Juventud. Una palabra bajo la cual se busca construir el futuro, un adjetivo que para muchos es la respuesta del mismo presente, un sustantivo que es sinónimo de esperanza. Todo lo anterior puede ser cierto pero no lo es intrínsecamente, los tiempos en que los grandes hombres de la historia dejaban su huella a través de acciones audaces y/o frases que adquirían fama con el paso del tiempo cuando apenas tenían dieciséis, veinte, veintidós años parecen ser historia antigua; es claro que el espíritu de los tiempos ha cambiado, ya no podemos esperar que nuestros jóvenes aspiren a conquistar territorios o dominar a sus semejantes a través de actos bélicos, como ya he dicho, vivimos otros tiempos por lo que tenemos que darle a la juventud la visión del mundo moderno y los instrumentos necesarios para que puedan conquistarlo a través de la configuración para sí mismos de la proyección con la que desean sobresalir en nuestros tiempos, después de todo, uno tiene que ser hijo de su época, para esto, se deben dominar las artes, el conocimiento, las técnicas que conduzcan al desarrollo óptimo del individuo en sociedad. Bajo nuestro contexto actual, el capital es la esencia de las ideologías predominantes que mueven al mundo, todo aquel que desee sobresalir y dejar rastro alguno en la mente de los hombres más allá de la presente generación, tendrá que aprender desde su más tierna juventud a comprender el núcleo de la realidad que nos ha tocado vivir y en la cual nos tenemos que desenvolver.
Un joven que empieza a desarrollarse en sociedad bajo el presente entorno, se encuentra bajo la influencia de un mundo en el que el dinero mueve al mundo, en donde las palabras de un hombre pueden hacer que el mundo y sus mercados tiemblen, un mundo en donde el éxito personal y nacional se mide en razón de la riqueza acumulada a lo largo de su existencia, pero también el capital juega una labor importante en la supervivencia del individuo moderno. Se requiere de un flujo continuo de ingresos para que cada individuo pueda satisfacer sus necesidades básicas y algunas satisfacciones individuales propias de cada sujeto, pero también se necesario aprender a administrar e invertir el patrimonio propio para que, cuando la juventud y la edad competitiva queden atrás, se pueda contar con un patrimonio suficiente para subsistir durante el resto de la existencia y para el porvenir de su familia.
La juventud en la actualidad, desde mi perspectiva, se encuentra en un estado vulnerable. La educación del joven mexicano para encarar al mundo moderno se centra principalmente en instituciones ya hace tiempo envejecidas, se intenta de manera excesiva crear un sentido de identidad con figuras históricas las cuales bajo el contexto actual resultan ser fatalmente ineficientes para todo aquel que pretende practicarlas en el mundo globalizado. Un joven no podrá sobresalir ni dejar huella de su ingenio si no se le plantea el escenario actual para que pueda empezar a crear paradigmas que con el paso del tiempo irán evolucionando y ajustándose a las necesidades del individuo.
En el mundo moderno, considero que “el nuevo catecismo para la juventud”, como piedra angular de la teoría del desarrollo nacional, debería descansar en bases encaminadas a la comprensión del capital y de su administración bajo los nuevos instrumentos y maneras de hacer dinero. Los jóvenes en su edad más tierna aprenden como jugando por lo que son los clientes ideales para la Bolsa de Valores por ejemplo, tienen tiempo para esperar a que sus inversiones crezcan, algo casi seguro, porque la Bolsa es “una inversión ganadora”, que tiende al alza en el largo plazo, como dice Carlos Ponce, quien en el presente año presentó el libro La Bolsa de Valores es para los niños.
En el libro, se presenta un ejercicio de lo que habría sucedido si se hubieran invertido 10,000 pesos en diferentes instrumentos hace 19 años. Una inversión en cetes a 28 días habría llegado a 636,838 pesos; en dólares, a 49,224 y en el índice de la Bolsa, habría sido de 2 millones 502,917 pesos. Todavía más, si se hubiera incluido una metodología de compra y venta disciplinada, se podría haber llegado a 9 millones 864,086 pesos, tomando en cuenta que en esos 19 años ha pasado de todo, guerras, recesión, ataques a Nueva York, etcétera y aún así se logró ese tipo de ganancias.
También hay que advertir de los errores comunes que cometen algunos potenciales inversionistas al aceptar recetas para invertir. Por ejemplo, cuando se recomienda invertir una cuarta parte en deuda, una cuarta parte en Bolsa, una cuarta parte en bienes raíces y una cuarta parte más en dólares. Eso equivale a visitar a un médico y recibir la misma receta que otra persona con un padecimiento diferente
Para conseguir este tipo de objetivos, desde mi particular punto de vista, además de los ejercicios antes mencionados, la numismática es una herramienta eficiente dentro de un entorno en donde la globalización financiera rige las relaciones comerciales, sociales y políticas en nuestros tiempos. A través de esta actividad los jóvenes desde edad muy temprana pueden encontrar en la actividad de coleccionar monedas un hobby satisfactorio que se ajusta a las capacidades económicas de todos los estratos sociales y nunca es demasiado tarde para empezar con el núcleo de una colección pudiendo iniciar con las monedas que portamos en los bolsillos o aquélla moneda con la que nos topamos en la calle.
Lo maravilloso de esta actividad es que, a través de la misma, un individuo desde muy joven puede aprender a restringir sus propios intereses con respecto a las monedas de cuño corriente de su propio país, puede coleccionar monedas puestas en circulación en diferentes momentos históricos y a través de esto apreciar las variaciones en cada denominación o se puede integrar una colección de monedas originarias de los lugares que uno visita a través de su vida e integrar una “canasta de divisas” personalizada. Con el paso del tiempo y conforme el individuo vaya desarrollándose dentro de su entorno no pasará mucho tiempo para que él mismo piense para sus adentros en todas las variedades de instrumentos y artes por medio de las cuales Fortuna se manifiesta y como a través de las mismas se “embellece” su mundo. Con base a esta temprana motivación, un joven podría interpretar de manera más sencilla los comportamientos del mercado en su nivel fundamentalista, sería susceptible de aspirar a las nuevas formas de hacer dinero y así con el tiempo conquistar las nuevas oportunidades que le plantea el presente y el futuro; después de todo, el dinero ha ido evolucionando a través del tiempo.
Finalmente, siguiendo la misma línea, es necesario proclamar la inmediata necesidad de organizar la instrucción bajo nuestro contexto actual, dejando a un lado esas costumbres envejecidas y obsoletas, pero a diferencia de los demagogos que hacen aplaudir su habilidad para la demolición y no ofrecen nada para reconstruir, propongo lo que, desde mi perspectiva, debería ser. Una educación que permita que el conocimiento moderno sobre los capitales llegue a la gente con la más total gratuidad porque es necesaria para todos, una educación que se encuentre sostenida por los millones de jóvenes de todo el país y que sea encabezada por instituciones como el IMEF, establecidas para albergar todo lo que abarca la razón, todo lo que la imaginación sabe embellecer, todo lo que las grandes mentes pueden alcanzar a través del “nuevo catecismo para la infancia” consistente en la enseñanza de los principios globales que rigen al mundo moderno.
domingo, 26 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)