miércoles, 2 de abril de 2008

El costo de los biocombustibles

El mundo se va a acabar, pero no se preocupen, nosotros nos vamos a acabar primero. Los biocombustibles pueden parecer para muchos como la solución ecológica al problema que la quema de combustibles fósiles (principalmente) ha provocado, pero nos hemos preguntado ¿a qué costo?

El problema que tenemos enfrente es meramente económico, el asunto es claro debido a que los beneficios por producir alimentos que se utilizan para la producción de combustibles son mayores a los percibidos por el cultivo de granos para el consumo "normal", lo que significa que tierras que antes se utilizaban para alimentar se empiezan a usar para mantener en movimiento a los transportes de este planeta, debido a esto es obvio que caerá la producción agrícola a menos que una de dos cosas pasen: que se le inyecte capital al campo para hacerlo más productivo o que se utilicen nuevas tierras (que suponen una productividad menor a la actual).

El nuevo problema es que para que se mantenga el nivel de producción agrícola deben de aumentar los incentivos, es decir, los precios. La justificación para afirmar esto es obvia, para que más capital llegue al campo se necesitan tasas de retorno más altas y para que les convenga a los agricultures comenzar a trabajar tierras menos productivas, el precio debe de ser más alto para mantener equilibrada la ecuación de las utilidades de la empresa agrícola, al caer el producto y al aumento de los costos.

Todo esto nos deja con dos opciones, gastar más en comida o tener hambre.

El Dr. Canziani (Nobel 2007) lo dijo hace poco, "Si producimos cereales, granos, caña de azúcar, sorgo, soja u otro vegetal para combustibles estamos impidiendo la sobrevivencia de seres semejantes" (BBC, en línea 2008). El doctor le da al clavo, cosechar para un coche es no cosechar para un hombre; se trata de dar energía a nuestra civilización, la disyuntiva es entre dársela a personas o a la economía.

No me malentiendan, soy razonablemente creyente de las leyes económicas que nos dicen que se encontrará el equilibrio, sin embargo es por esto mismo que me es difícil confiar en el futuro de cualquier bien que necesite ser subsidiado para que se consuma. El pretexto es, sin embargo, más ecológico y político que económico. Ecológico por que ya por un rato se nos ha dicho mucho que es mejor para la atmósfera (y por lo tanto para nosotros) el uso de biocombustibles que el de los tradicionales combustibles fósiles, pero la realidad es que esto no es completamente cierto, se sabe ya que las emisiones de CO2 no son significativamente menores como se creía. Por otro lado el factor político proviene principalmente de Estados Unidos, donde los candidatos le tiene pánico a aceptar la dependencia de su país por el petróleo, cosa por cierto que nadie duda, y en ese sentido se han pronunciado por buscar nuevas fuentes de energía aún sin considerar los verdaderos costos de estos energéticos.

Las alertas rojas están por empezar a prenderse,la carestía puede ser dramática, en México ya vimos el alza en el precio del bolillo y de la tortilla; sin embargo sólo es la punta del iceberg, si el aumento continúa provocará una inflación inevitable acompañada de un vuelco en la composición del gasto de la familia promedio, la tendencia de por si es obscura, el uso de biocombustibles en vez de ayudar está ennegreciendo el horizonte.

Muchas veces se deciden cuantificar unos costos y olvidar otros para hacer de una política, una conveniente a los ojos del público; pero obviar la inanición, eso no lo había oído.


(Publicado originalmente en http://huescarlos.blogspot.com/)

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